jueves, 21 de abril de 2011

BEATO LUIS GUANELLA.

Don Guanella nació en Fraciscio de Campodolcino (Sondrio), Italia, el 19 de diciembre de 1842, hijo de Lorenzo y María Bianchi. Terminados los estudios en el Colegio Gallio y en el Seminario Diocesano de Como, donde recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1866, ejerció con dedicación el ministerio de cura de almas durante nueve años en la diócesis, primero en Prosto, y después en Savogno. 
inició su camino al lado de Don Bosco, que lo acogió como uno de los suyos, y le manifestó gran cariño durante los tres años (1875-78) que permaneció a su lado.
Volvió a trabajar a la diócesis a donde había sido reclamado, esperando confiadamente que sonase, como solía decir, la hora de la misericordia de Dios, para comenzar aquellas obras de caridad por las que sentía un atractivo natural y vocación divina. Entre dificultades de todo género, desconfianzas, incomprensiones, persecuciones, vio truncarse ya en los inicios todas las posibilidades de trabajo. Sin embargo, con gran fe, esperó su momento.
La obediencia lo mandó a Pianello Lario, a suceder a Don Carlos Coppini, de quien heredó un pequeño grupo de almas consagradas, formadas en la piedad y en el sacrificio.
na tarde de abril de 1886, una barca se desplazaba del puente de Pianello. Iban en ella el barquero, dos hermanas, algunos huérfanos y pobres utensilios. El corazón grande de Don Guanella les había preparado, para recibirlos después de una noche de navegación, un local en Como, en la calle de Tomaso Grossi.
Las dos Congregaciones que él había fundado, los Siervos de la Caridad y las Hijas de Santa María de la Providencia, le ayudaron a ampliar la asistencia a los "benjamines" de la Providencia: ancianos crónicos y abandonados, disminuidos física y psíquicamente, niños huérfanos o necesitados, tanto en Italia como en el extranjero. 
En enero de 1915 acudió presuroso en socorro de los damnificados del terremoto de Mársica acogiendo a los supervivientes, huérfanos y ancianos, en sus Casas de Roma. Esta fatiga truncó sus energías y aceleró su fin haciéndole Mártir de la Caridad, en Como, el 24 de octubre de 1915.

Después del proceso canónico normal, reconocida la heroicidad de sus virtudes y la santidad de vida, lo beatificó Pablo VI, el 25 de octubre de 1964.

  

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